Vacunas para la COVID-19 y células tumorales

08/03/2021

Vacunas para la COVID-19 y células tumorales

8 de marzo de 2021

El uso de células tumorales en la fabricación de vacunas, como las de AstraZeneca o Janssen para la COVID-19, tienen mala fama entre los colectivos antivacunas desde antes de que apareciese el SARS-CoV-2. Sin embargo, han salvado millones de vidas en las últimas décadas. En este artículo vamos a intentar aportar un poco de luz a esta cuestión y veremos que está científicamente infundado.

Según datos declarados por la propia farmacéutica, cada vial de la vacuna de Janssen podría contener un máximo de 3 nanogramos (0,000000003 gramos) de ADN proveniente de las células en las que se fabrican estas vacunas. Esto ha llamado la atención de algunos escépticos, que lo han incluido en su argumentario antivacunas bajo la amenaza de que la vacuna puede originarte un tumor.

Hoja informativa sobre la composición de la vacuna de Janssen. FDA.

Hay dos razones principales por las que ese riesgo es despreciable. Por un lado, la estabilidad del ADN proveniente de las células se pierde durante los procesos de filtración y purificación de las vacunas. El ADN que puede superar dichos procesos es una cantidad ínfima y estaría altamente fragmentado.

La otra razón es que dicho ADN celular tendría serias dificultades para integrarse en nuestro propio ADN e introducir genes precursores de cáncer (u oncogenes). No es nada fácil conseguir que ese paso ocurra. De hecho, si fuera así de fácil, la terapia génica habría avanzado enormemente en estos años. La realidad es que hacen falta proteínas específicas que nuestras células no tienen, como las del virus del sida, o utilizar el sistema de edición genética CRISPR-Cas9.

Con todo, existen varios artículos científicos que respaldan el uso y seguridad de líneas celulares para la generación de vacunas. El organismo regulador de fármacos en Estados Unidos, la FDA, establece el límite en 10 nanogramos de ADN celular, por lo que los 3 ng de ADN en vacuna de Janssen están dentro del margen de confianza. Además, teniendo en cuenta lo fragmentado que llega ese ADN, sería posible admitir cantidades superiores de ADN, según se indica en este estudio.

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En otro artículo científico se evalúan precisamente las células que usa Janssen para su vacuna, de la línea celular PER.C6. Se demostró la seguridad de los protocolos de fabricación de vacunas basadas en adenovirus, como la de Janssen, en células tumorales humanas. Confirmaron que las trazas celulares no eran capaces de generar tumores.

De hecho, se han elaborado modelos matemáticos para calcular la probabilidad de desarrollar un cáncer por culpa de esas trazas de ADN. Se estima que haría falta poner 230.000.000.000 vacunas para que apareciese un cáncer producido por inserción de oncogenes de las células fabricantes de vacunas dentro de una de nuestras células. Es decir, tendríamos que vacunar a la población mundial 32 veces antes de ver ese efecto.

La realidad es que llevamos décadas utilizando vacunas generadas en células tumorales sin que se haya visto una correlación entre personas vacunadas y aparición de tumores. Ejemplos de ellas son las vacunas frente a la rubéola o al sarampión. Se administran millones de vacunas todos los años sin que se haya visto un efecto oncogénico. De nuevo, sigue siendo muchísimo más seguro vacunarse que no vacunarse.

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