Las vacunas contra la COVID-19 siguen en su maratón particular. Corren contra el coronavirus SARS-CoV-2 alrededor del mundo. La amenaza de la variante Delta, más transmisible, y la aparición de una posible variante de escape de las vacunas están presentes. De hecho, ya se contempla una tercera inyección para personas mayores vulnerables. También a pacientes trasplantados inmunodeprimidos con el en fin de  protegerlos.

La tercera dosis, sin embargo, no parece tan cercano para el grueso de la población. Al menos con los datos que se conocen en la actualidad. El gran logro de las vacunas que llevamos casi un año administrando a la población han traído consigo un descenso en el número de muertos, hospitalizados y enfermos graves de COVID-19. Y en este sentido, las dosis extra de refuerzo no parecen mejorar las altas efectividades logradas con las vacunas actuales. Esto es lo que han publicado en The Lancet un grupo internacional de investigadores, después de estudiar diversos artículos sobre vacunas y variantes.

“Si una dosis de recuerdo innecesaria produce reacciones adversas significativas, podría haber implicaciones en la aceptación de las vacunas más allá de las de la COVID-19.”

El estudio en cuestión, entre otras cosas, analiza la capacidad de las vacunas actuales para prevenir una COVID-19 severa. La efectividad es alta, incluso frente a los infectados con la variante Delta. Por ello, no parece oportuno pensar en una tercera dosis para la población general. Estos investigadores razonan que volver a ver posibles efectos adversos de un tercer pinchazo puede generar animadversión hacia las vacunas. En este sentido, los científicos creen innecesario asumir el riesgo de que otra horda de desinformación socave el crédito obtenido. Sobre todo, si no se va a conseguir una mejora en la efectividad contra la COVID-19.