Dos milenios de generación espontánea: de Aristóteles a Pasteur
01/03/2023
Dos milenios de generación espontánea: de Aristóteles a Pasteur
1 de marzo de 2023
Filósofos y científicos pensaron que insectos o incluso ratones podrían aparecer directamente a partir de basura durante muchos siglos. Esta hipótesis se llama generación espontánea. En esta entrada de Retrociencia analizamos su auge y caída.
La generación espontánea fue una hipótesis que se consideró válida acerca del origen de la vida durante siglos. Explicaba cómo ciertos seres vivos podían surgir de materia inorgánica (tierra, aire o agua), orgánica (basura, cadáveres) o una mezcla de ambas.
Aristóteles pensaba que la entelequia, una fuerza capaz de hacer crecer una semilla hasta árbol, podía reestructurar la materia para crear vida de forma espontánea. Otros grandes filósofos como Descartes o Newton apoyaron este tipo de pensamientos.
Francesco Redi: primer científico en ponerla a debate
Evidentemente, hoy sabemos que esto no ocurre así, pero desmontar una hipótesis aceptada durante casi 2 milenios no fue tarea fácil. El primero en intentarlo fue Francesco Redi, un médico italiano del siglo XVII. Redi diseñó un experimento para ver si podían aparecer larvas de moscas en carne en descomposición.
Redi puso carne en frascos abiertos y cerrados y las larvas de mosca solo aparecieron en los que estaban abiertos. Esto permitió demostrar que estos animales no surgen espontáneamente de carne, como se pensaba en aquel entonces. Sin embargo, los defensores de la generación espontánea no consideraron suficientes estos resultados. Por ello, esta hipótesis seguiría estando vigente hasta dos siglos después.
El duelo de Needham contra Spallanzani
Nadie ejemplificó mejor el debate científico sobre la generación espontánea que el inglés John T. Needham y el italiano Lazzaro Spallanzani. Ambos eran científicos, sacerdotes católicos y rivales durante el siglo XVIII.
Por su parte, Needham hirvió caldo de pollo para matar todos los microorganismos y lo colocó en frascos sellados herméticamente. Tiempo después, observó la aparición de microorganismos, lo cual apoyaba completamente la generación espontánea. Sin embargo, a Spallanzani no le convencieron estos resultados.
El italiano estaba convencido de que esos microorganismos provenían de una mala esterilización de los frascos. Para comprobarlo, Spallanzani repitió los experimentos de Needhamm, pero hirvió el caldo en frascos sellados previamente a los que había hecho el vacío. De esta manera, se aseguró de que no hubiera microorganismos en el interior de los frascos. El resultado fue que ninguna bacteria creció, como Spallanzani esperaba.
Esto parecía echar por tierra los estudios de Needham y podría poner contra las cuerdas la hipótesis aún vigente de la generación espontánea. No obstante, Needham no se echó atrás y desestimó los resultados de Spallanzani. Según Needham, los datos del italiano no eran válidos porque había quitado el aire de los frascos, que era indispensable para la vida, venga de donde venga. Estas discusiones continuaron un siglo más.
Pasteur remata la generación espontánea
Hasta 1866 no se cerró el debate de la generación espontánea. Louis Pasteur, matemático, físico, químico y bacteriólogo francés, finalmente descartó esta hipótesis. Gracias a sus experimentos concluyó su “omne vivum ex vivo“: todo ser vivo proviene de otro ser vivo.
Pasteur calentó caldo de carne en un matraz, un recipiente de vidrio, cuya forma había modificado para adaptarla al experimento. De esta manera, el aire podía entrar al caldo pero no así los microorganismos, que se quedaban en el cuello del matraz. El resultado fue que nada creció en el hervido de carne. Solo aparecieron cuando, intencionadamente, Pasteur puso en contacto el caldo con el cuello del matraz.
Estos resultados ponían fin al debate sobre la generación espontánea, después de casi dos milenios de debate. Fue una maratón, pero el avance científico consiguió una respuesta clara a un problema que había llevado de cabeza a cientos de científicos.
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Referencias consultadas